lunes, 4 de octubre de 2010

Edicion 97

Ni Perdón Ni Olvido

El titulo de esta colaboración no es una respuesta a la rayuela de La Jornada Aguascalientes del día 2 de Octubre pasado sino la respuesta a los denodados esfuerzos que, al paso del tiempo, hacen los gobernantes y los poderes facticos por restarle importancia a uno de los hechos de la historia reciente que han transformado la vida cultural, política y social de México.

Solo han transcurrido cuarenta y dos años del desenlace fatal en la Plaza de las Tres Culturas, del movimiento estudiantil que inició en Julio del memorable 1968; miles de jóvenes que se manifestaban pacíficamente fueron masacrados por instrucciones de los gobernantes de entonces; el máximo representante del autoritarismo, personificado por el nefasto Gustavo Díaz Ordaz y su lacayo pela naranjas Luis Echeverría Álvarez. El primero ya se fue a la tumba con su falso reconocimiento de responsabilidad y sus motivos, pero sin juicio alguno y el segundo, sigue, bajo el manto protector de su partido, negando cobardemente su participación en la decisión de asesinar impunemente a gente inocente.

Se quiso hacer creer a la sociedad de aquel entonces la idea de una conjura internacional comunista cuyo fin era desestabilizar al país, boicoteando la celebración de los juegos olímpicos cuyo inicio se dio el 12 de Octubre. Recuerdo fielmente haber visto y leído pequeños carteles en las ventanas de varios hogares con el siguiente texto: “este hogar es católico, no aceptamos propaganda comunista”; o éste otro: “cristianismo si, comunismo no”. De la misma manera, varias plumas orgánicas, defensoras a ultranza del régimen y nada gratuitas, así como voces “calificadas” en los medios televisivos y radiofónicos, se dieron a la tarea, de manera ferviente, a descalificar el movimiento estudiantil y conminando al desistimiento de toda “acción de rebeldía”.

Las buenas conciencias, incluido el clero, visualizaban la posible disminución o pérdida de sus privilegios y magnificaron las amenazas que se cernían sobre el país y que solo ellos percibían. Nada más alejado de la realidad; no se trató de una lucha por el poder sino de una reivindicación de derechos fundamentales. La sociedad se sumó al movimiento; padres de los estudiantes, sindicalistas, trabajadores, maestros, amas de casa, jornaleros se entregaron y apoyaron a los estudiantes porque en ellos depositaban su propia liberación de un régimen totalitario.

Recordemos el pliego petitorio, que por sí mismo echa por tierra todas las acusaciones de desestabilización; seis puntos que a la luz del tiempo parecen inocuos y donde no hay más que las validas exigencias de defensa de derechos humanos:

1.-Libertad a los presos políticos.

2.-Destitución de los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, así como también del teniente coronel Armando Frías del cuerpo de granaderos.

3.-Desaparicion del cuerpo de granaderos, instrumento directo de de la represión y la no creación de cuerpos semejantes.

4.-Derogacion de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal que tipifican el delito de disolución social, instrumentos jurídicos de la represión.

5.-Indemnizacion a las familias de los muertos y a los heridos, víctimas de la agresión del 26 de Julio en adelante.

6.-deslinde de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de la policía, granaderos y ejército.

Seis puntos que solo reflejan una intención de liberación del autoritarismo y que las mentes calenturientas materializaban como complot internacional dados los movimientos de protesta en otras latitudes como Francia, Estados Unidos, Alemania Federal, Checoeslovaquia (todavía unificada), donde el conservadurismo y el totalitarismo tenía el mismo patrón de comportamiento que en nuestro país. Las demandas en estos países también fueron encabezadas por jóvenes que reclamaron respeto a sus derechos. Las reacciones también fueron paralelas: represión y muerte.

Solo se requería disposición al dialogo. La respuesta al pliego petitorio fue la brutalidad que cobró mucha sangre joven y muertes hasta el momento no cuantificadas. Más aun, no se ha hecho justicia, castigando a los directamente responsables de la agresión. Los que legitimaron la acción represora y todavía la aplaudieron , son los mismos que ahora piden criminalizar la protesta social y solicitan la militarización escudados en una lucha contra la inseguridad. A diferencia de quien ahora ostenta el poder federal, en aquel 68, su partido fue el único que a nivel legislativo elevó sus protestas por la desmesurada reacción del poder en turno.

A cuarenta y dos años de distancia de aquellos hechos y como cada año ha sido, se realizan balances sobre los efectos en el México actual. De inicio y como hecho fundamental, destaco el papel protagónico que cada vez asume con mas compromiso la sociedad civil organizada y que cobra sentido cuando es escuchada y deriva en cambios legislativos relevantes; la creación de algunas instituciones que, a cambio de fortalecerlas, el poder político se ha encargado de disminuir su importancia y reducirlas a simples oficialías de partes. Aun falta llegar al estado en que la sociedad incida de manera determinante en las decisiones de gobierno; el camino se marcó desde entonces, la sociedad avanza lenta pero firmemente.

La sociedad se moviliza con más conciencia ante el autoritarismo aunque falta el poder de articulación solidario de los diferentes frentes de lucha o protesta; el aislamiento ha sido el arma que de manera eficaz ha aprovechado el poder para evitar la agrupación de inconformes. La insensibilización a través de frivolidades es una herramienta muy utilizada: parece más importante las nupcias del líder de un partido con una mediocre artista o el gol del nuevo ídolo en el futbol inglés.

Cada año se acumula bibliografía sobre el hecho que se ha significado como un parteaguas en la historia reciente de México. La micro historia ha jugado un papel fundamental para seguir esclareciendo los hechos. Hay muchos protagonistas que dan sus testimonios con los que se ha tejido y bordado finamente la historia del 68. Para los interesados en la crónica, recomiendo uno de los últimos libros que escribió Carlos Monsiváis cuyo título “El 68, La Tradición de la Resistencia”. El “leitmotiv” del texto son los derechos humanos y la sociedad civil, que no tenían dicha identificación hasta unos años posteriores a los hechos. Ediciones Era es la casa editora que lo publicó en el año 2008 con motivo de los cuarenta años del movimiento estudiantil. A través de sus páginas se fortalece la consigna que durante muchos años he proclamado en público y en privado: “68, ni perdón ni olvido”.