martes, 24 de agosto de 2010

Edicion 91

Algunos paralelismos

Ryszard Kapuscinski, periodista sin par, nacido en Polonia en 1032 y fallecido hace sólo tres años, tenía un compromiso indeclinable en su profesión o mas bien un tema en su vida: los pobres. El tema de los pobres le definió su concepción del tercer mundo; afirmaba convencido: “El tercer mundo no es un término geográfico (Asia, África, América Latina) y ni siquiera racial (los denominados continentes de color) sino un concepto existencial. Indica precisamente la vida de pobreza, caracterizada por el estancamiento, por el inmovilismo estructural, por la tendencia al subdesarrollo, por la continua amenaza de la ruina total, por una difusa carencia de soluciones”. Para él, “ni la pobreza ni la opresión pertenecen al orden natural de las cosas”.

Su intensa vida como periodista lo llevó por muchos años a viajar por el mundo hasta convertirse en ciudadano global; viviendo, registrando con palabras y fotografías hechos, situaciones y acciones, muchas de ellas poniendo en peligro su propia vida. Se involucraba tanto en su tarea que rechazaba la comodidad de los hoteles de lujo a donde se alojaban los corresponsales de los diferentes medios del mundo; seleccionaba los lugares cercanos a donde se generaba la nota a riesgo de contraer hasta enfermedades que amenazaran su existencia.

Por más de veinte años vivió en diferentes puntos de África; con ese antecedente afirmaba convencido, acerca de los deberes de un corresponsal de una agencia de prensa y sus dotes: “Debe ser testigo de todos los acontecimientos de relevancia que se producen en un territorio de treinta millones de kilómetros cuadrados (la superficie de África), debe saber lo que está ocurriendo al mismo tiempo en los cincuenta países del continente, lo que ha ocurrido allí antes y lo que puede suceder en el futuro, conocer por lo menos la mitad de las dos mil tribus que conforman la población africana, dominar cientos de detalles técnicos…”

Son éstas solo algunas reflexiones que he tomado textualmente del libro “Los Cínicos No Sirven Para Este Oficio” (Ryszard Kapuscinski. Edit. Anagrama, serie compactos. 2002. Cuarta edición en español, 2008, Barcelona. Traducción de Xavier González Rovira).

La lectura plana de sus textos o entrevistas que le realizaron en vida por todo el mundo (textual) o de sus participaciones en mesas redondas y coloquios nos deja ver al periodista con oficio, sensible a hechos que por lejanía o cotidianeidad pasan desapercibidos o no penetran en el área de interés de la inmensa mayoría de las personas. Pero en sus textos hay un claro uso de un metalenguaje que nos lleva a interpretaciones, a veces, hasta con posibilidad de leer lo que no está escrito; más bien lo que nos ha querido transmitir.

No es solo el reportaje lo que leemos sino el mensaje que, mientras más elaborado, le da un toque de universalidad; lo que describe de un lugar específico, es lo que sucede en otros ámbitos y lugares o grupos o ciudades o países.

De ahí que, bajo esa premisa, me he permitido extraer del mismo libro en referencia un fragmento de una larga respuesta a pregunta de su entrevistador, Andrea Semplici en 1999. El marco de referencia lo conforma el tema de los sueños desvanecidos a raíz de las independencias de los países Africanos. Luego de reconocer como acierto el respeto o la invulnerabilidad de las fronteras de los países independientes, Kapuscinski agrega:

“…Pero no se tuvo la voluntad de evitar un fenómeno negativo: las nuevas clases dirigentes africanas ocuparon, simplemente, el lugar de los viejos patronos blancos. Heredaron de ellos de un día para otro, privilegios y poder. Una élite negra sustituyó automáticamente a los colonialistas blancos. Esta es una de las razones del completo fracaso de los nuevos estados. No hubo nuevas reglas, no hubo una nueva forma de administrar. No fueron transformados el estado o los mecanismos económicos. Todo siguió igual: los nuevos patronos negros tenían los mismos privilegios que sus predecesores blancos. No tardaron mucho tiempo en comprender los engrasados mecanismos de la corrupción. La independencia no modificó la estructura del poder blanco: aquí están las raíces del naufragio de África. La lucha por el poder alimentó las rivalidades entre las etnias y las diferentes tribus: la administración se transformó en un campo de batalla para repartirse la riqueza nacional y el poder político. La corrupción se fue extendiendo y los conflictos fueron inevitables.”

Es probable que, por naturaleza humana, los comportamientos sociales sean similares, lo mismo en países de África que en América Latina; el único rasgo común es su condición de países colonizados. Independientes unos hace doscientos años y otros, en el continente negro, hace sólo cuarenta o cincuenta. Países de uno y otro continente expoliados antes y ahora siempre que existan riquezas naturales

Es el lector quien se dará a la tarea de hacer las reflexiones acerca de lo planteado y sacar sus propias conclusiones sin forzar situaciones. En un análisis de la situación en que se encuentra nuestro país y sus hechos recientes en la década que esta por terminar, Yo encuentro algunos paralelismos.