martes, 10 de agosto de 2010

Edicion 89

Legislando Desde el Púlpito o Predicando Desde el Congreso

Seguramente ha escuchado en mas de una ocasión la frase: “yo no leo ni escucho las noticias para no amargarme la existencia” de uno o varios de sus cercanos o, peor aun, de los poco o nada cercanos u ocasionales contertulios. Por supuesto que no es nada original el escape, solo basta recordar, aunque moleste y duela al ex presidente de negra memoria, lengua larga e ideas cortas, Vicente Fox cuando felicita, en gira por el estado de Querétaro, a una anciana que no sabia leer ni escribir; motivo suficiente para que le diagnosticara felicidad futura al no poder leer periódicos. El mismo, de forma cínica confesó que leer las noticias le amargaba la existencia.

El y los que afirman lo mismo, en ejercicio de sus libertades, deciden esconder la basura debajo de la alfombra, pero la basura ahí está. Ellos deciden negar lo evidente aunque sean victimas de las deficiencias del sistema o de las injusticias del mismo; es mas cómodo asimilar la nota frívola o rosa que reconocer la realidad. Se confinan al “no se puede hacer nada” o al “que quieres que hagamos”. Los mas inquietos y en conciencia de su situación llegan a proponer: “hay que hacer algo” aunque reconocen impotencia para la acción.

Pero hay quienes sí conocen y reconocen la realidad, la cruda realidad, pero deciden ocultarla sin atreverse a negarla y que teniendo alguna posibilidad de transformarla prefieren anteponer sus mezquinos intereses y aprovecharse de la confusión social o el desencanto generalizado. No desconocen que la sociedad es acrítica por comodidad ni desconocen que las posibilidades de tener una sociedad organizada y exigente son, hasta el momento, remotas. El aquí y ahora es su sello en su actuar. El incumplir no les quita la tranquilidad.

Por el contrario, tienen el cinismo de salir a la luz pública, asaltando los espacios de los medios de comunicación, ya sean estos privados o públicos, envueltos en un aura de pulcritud y honestidad asombrosa; las mentiras y el engaño les brotan con una naturalidad que casi convence. Supongo, estimado lector, que adivinó de quien o quienes se trata; si no lo a adivinado, le ayudo un poco: son los políticos, representantes y funcionarios que han perdido el sentido de la realidad al momento que ocupan los cargos que les fueron conferidos.

Le voy a dar un pequeño ejemplo solo como aperitivo. Nuevamente toma lugar en los medios la intentona de subir el precio del pasaje en los autobuses urbanos; de $5.50 a $6.00 es la pretensión de los concesionarios. Declaraciones van y vienen. Promesas de modernización del parque vehicular y vigilancia de las autoridades para que así sea. Por supuesto que no existen estudios transparentes que justifiquen el incremento. El impacto en la economía popular los tiene sin cuidado al fin que los que deciden no viajan en autobús. ¿Quién conoce a los miembros de la Comisión Estatal del Transporte? ¿Dónde está la comisión de trasporte publico del congreso de Estado? Seguramente prejuiciando a quienes se quejan por un tostón de más.

De ésto no habla en sus colaboraciones ni apariciones en los medios el presidente del grupo parlamentario del PAN en el congreso local. Prefiere exhibir sus odios obsesivos aunque sea disparatadamente y con desproporciones que solo caben en su cabeza cuando escribe de “Traiciones de México” (ya Mario Granados se encargó de especificar la preposición), todo para denostar a militantes de su partido que, según acusa, trabajaron en las elecciones recientes a favor de los candidatos del PRI; con unos brincos en la historia de México desde Victoriano Huerta pasando por su fantasma predilecto, el Peje. No se midió el legislador. Ya pasó mucho tiempo para que reclame en la escuela primaria el atraco de que fue objeto en materia de historia.

Donde tampoco se midió fue en la homilía que recetó en su última colaboración en La Jornada Aguascalientes. Lo que menos se esperaba de un líder parlamentario es que, en un pleno desconocimiento, o en último caso, importándole un rábano, del estado laico, se dedique a convocar a las celebraciones religiosas con motivo de la fiesta a la Virgen de la Asunción. Cruzado de nuevo cuño borró del mapa al mismísimo Obispo con su arenga.

Lo escribe Roberto Blancarte en Milenio Diario el 13 de Agosto: “lo que los comentaristas y comunicadores laicos critican no es que algunos funcionarios públicos declaren tener convicciones religiosas o que su formación profesional incluya estudios o formación eclesiástica , sino que, por un lado eso evidentemente no los capacita para ser secretarios de estado en una cartera como por ejemplo la Secretaria de Economía y, por otra, que alguien con una formación clerical o clericalizada (que no es lo mismo que religiosa), es obvia, lógica y naturalmente sospechoso de ser una persona que intentará borrar la indispensable separación entre creencias personales y su función como servidor publico”. (El subrayado es mío).

En su despedida como colaboradora de La Jornada Aguascalientes del pasado domingo 1 de Agosto y que por un accidente no circuló la versión impresa, Reyna Mora hace las siguiente reflexión en el párrafo final: “Lectores solo con ustedes, este diario puede ser mejor, hagan que quienes se quedan sean vehículo de los que no tienen voz, no de quienes ostentan el poder” Suficientemente claro.

A los servidores públicos les recomiendo (nuevamente) leer a Bertrand Russell en su libro “Religión y Ciencia”, pero sobre todo a hacer el ejercicio de análisis ampliado a nuestros días ya que el texto fue escrito en 1935. Seguramente le daría un infarto fulminante a Russell.