martes, 13 de julio de 2010

Edicion 85

Recordando al Gallito Inglés

Cuando despertó, el dinosaurio estaba allí

Augusto “Tito” Monterroso

(in memoriam)

He escrito en alguna ocasión sobre el programa de radio llamado “tertulias literarias” que se celebraba cada semana en la cafetería Excelsior hace alrededor de 23 o 24 años, como un esfuerzo de difusión cultural no orgánico. Participaron como invitados una cauda de creadores literarios, algunos de ellos gozando ya de un cierto reconocimiento en el mundillo literario del país y otros que aspiraban apenas a publicar la obra que los lanzara a las grandes ligas.

Neto de Luna tuvo a bien considerar la cafetería como un espacio independiente para presentar a los artistas dentro del programa que para el efecto promovía el Issste-Cultura; Felipe Sanjosé fungía como conductor del programa y el que escribe como anfitrión y en ocasiones como conductor. Varios poetas y narradores locales participaron en alguno o varios de los programas, ya como entrevistadores, ya como entrevistados.

Una hora de programa resultaba en ocasiones insuficiente para platicar con los artistas invitados por lo que, fuera del protocolo (“off record”, le llamarían ahora), continuamos la charla sin las restricciones que imponía la ley. Uno de ésos casos fue la presencia de don Armando Jiménez, creador del famosísimo libro “Picardía Mexicana” que ha alcanzado cerca de ciento ochenta ediciones desde su primera aparición en 1960.

Transcribo íntegra la dedicatoria que escribió en mi ejemplar, bajo advertencia de que no es para lectores castos dado el lenguaje del magnifico cronista de lo rasposo: “Cordialmente para mi amigo Fernando (con F de fundillo fruncido de fraile frances) Rivera “Charles Bronson del 3er mundo” a quien dedico este ejemplar y este libro: Cuídate de los toros por delante, de la mulas por detrás y de los perros por los lados, pero de los libreros chingados cuídate por delante, por detrás y por todos los lados”. Aguascalientes, Ags. A 7 de abril de 1987. Firma y el famoso gallito Inglés.

Larga introducción que sirva de homenaje a Don Armando Jiménez. Y como la dedicatoria es de su creación pero de mi propiedad, es que me permito hacer un mínimo cambio, en el entendido de que el propio gallito inglés la usaba como machote, dependiendo de su interlocutor. Me permito cambiar una sola palabra aunque no sea interlocutor suyo: Cambio la palabra “libreros” por la siempre vigente palabra “políticos”. Aplica ¿verdad?

No dudaría Don Armando en otorgarle exclusividad a la dedicatoria para la clase política, especialmente después de haber sido testigo de las campañas políticas que recién terminaron con la jornada electoral del 4 de Julio pasado. Previsibles como son los políticos en su actuar, caigo en cuenta que hay que cuidarse de ellos por todos lados. Queda preservado el cuidado de la inteligencia puesto que ésta hace la diferencia entre los ciudadanos y los profesionales de la política que no pueden alardear de poseerla.

Comportamiento prefigura conducta. Se infiere, no sin razón, que el hombre o mujer que vemos y escuchamos durante el tiempo de exposición ante los medios escritos y electrónicos de los candidatos a ocupar un puesto de representación, no son las mismas personas fuera de las candilejas y las cámaras. El comportamiento publico en campaña no muestra al aspirante real. El verdadero rostro es otro muy diferente cuando, habiendo triunfado, toma posesión del cargo.

Pero no hay que esperar mucho de esos ejemplares de la fauna política. Quien en campaña miente, engaña, se escabulle y elude compromisos, en la práctica siguen mintiendo, engañando, escabulléndose y evadiendo compromisos; es parte de su naturaleza. Son como el escorpión que después de cruzar el rio sobre el lomo de la rana la pican y envenenan hasta causarle la muerte, una vez a salvo en la otra orilla.

El comportamiento que durante la reciente campaña electoral tuvieron los ahora representantes electos hace pensar que, fieles a su naturaleza y habiendo cruzado el rio en los lomos de los ciudadanos que los favorecieron, les inyectarán el veneno hasta causarles la muerte, metafóricamente hablando. La población muere poco a poco como tejido social; cada elección es inoculada de veneno que mata sus esperanzas y la arroja a la fatalidad.

Sin embargo, antes de la destrucción total y convertirnos en una sociedad abyecta, subordinada a los apetitos de poder de unos cuantos, podemos recobrar nuestra capacidad de indignación ante los abusos, actuando organizada y pacíficamente exigiendo un cambio de conducta; que rindan cuentas reales, que actúen con un interés superior colectivo antes que el individual, que se despojen de su supuesta verdad única y atiendan las demandas ciudadanas, que escuchen y atiendan los reclamos.

Como sociedad habremos de dejar las coyunturas electorales; deberemos actuar con visión para ir construyendo los equilibrios y contrapesos en la acción política. No debemos de olvidar los agravios cometidos y mucho menos olvidar nuestros derechos. Que sepan los representantes que estamos dispuestos a darles una oportunidad mas como patrones benevolentes y tolerantes; solo una más.

No desconocemos el tamaño de la tarea. No debemos desconocer el riesgo que significa haber borrado con los votos la línea tenue que separa los poderes; recordemos el axioma: el poder corrompe, el poder total corrompe totalmente. No legitimemos la subcultura de la aceptación de la corrupción siempre y cuando derramen o salpiquen supuestos beneficios.

Corresponde a los ciudadanos y población en general moldear las conductas de las autoridades y los representantes. Hasta ahorita nadie ha ganado nada. Por simple sobrevivencia, por lo pronto demos vigencia a lo expresado por Don Armando Jiménez: “de los políticos chingados, cuidémonos por delante, por detrás y por todos lados”.