lunes, 24 de mayo de 2010

Edicion 78

Construyendo héroes de chocolate

Diego es la viva imagen de la soberbia, la petulancia, la arrogancia, la prepotencia y otras linduras en su comportamiento publico-politico. De parecido físico con Maximiliano podría ser personaje de Balzac en su comedia humana, es un maestro de la intriga, altivo con sus interlocutores o adversarios políticos. Experto en la negociación que le rinda enormes dividendos, sin importar a quien se tenga que enfrentar, sea el Estado o sea un particular.

No se impone límites aunque Él mismo enarbole la moral como su frontera para obtener beneficios, también ilimitados. Es un incuestionable hombre del poder en México, entronizado desde el sexenio de su protector y amigo Carlos Salinas a quien legitimó desde la diputación. Es hábil y escurridizo para eludir cuestionamientos acerca de su conducta, adjetivando a sus detractores, saliendo airoso casi siempre y reforzando su imagen de temible.

Rencoroso y pendenciero como pocos, nunca ha perdonado que se le exhibiera ante la nación como hombre corrupto y aliado del sistema, en el famoso debate televisado en horario triple A con Andrés Manuel López Obrador. La afrenta lo llevó a aliarse con delincuentes como Carlos Ahumada en el famoso capitulo de los videos de perredistas, igualmente inmorales y corruptos, recibiendo dinero (y ligas) para comprometer al propio Andrés Manuel.

El jefe (de los panistas) no tuvo empacho en declarar que actuaria en defensa de Ahumada, si éste se lo pedía; no fue así, pero el golpe mediático lo dio con certeza, mostrando su recalcitrante odio y clasismo al único personaje que lo ha puesto en evidencia. Vimos la entrevista en la que Diego expresara que López Obrador era un altísimo peligro para México.

Esta entrevista fue sacada de los archivos de Milenio tv con motivo de la desaparición o secuestro del jefe, del cual se leyeron semblanzas exaltándolo hasta la exageración. También se retransmitió la última entrevista que le concedió a Carlos Marín, sujeto despreciable por su abyección con los poderosos, con el insano propósito de direccionar el imaginario colectivo hacia un probable responsable del plagio. No se conciben propósitos mas mezquinos del tal Marin.

Con el pesado fardo del plagio se fue el gerente de los pinos a su periplo por España y Estados Unidos, no sin antes disponer toda la fuerza del estado para el rescate del jefe, trascendiendo incluso la petición de ayuda del FBI. Mientras, de manera oportunista brotan declaraciones de personajes de la política nacional de todos los colores y filiaciones expresando no el deseo de pronta aparición sino supuestas virtudes del queretano. Algunas declaraciones reflejan una pesadumbre mas falsa que una moneda de tres pesos. Manlio es el ejemplo.

Es reprobable el hecho en si. Llámese Diego o Juan o Pedro. De cualquier estrato social, con o sin filiación política, hombre o mujer, joven o viejo y en cualquier lugar de nuestro territorio. Se ha destruido una familia y su entorno. Es penoso ver la fotografía del supuesto jefe que circuló a través de las redes sociales. En el supuesto de confirmarse su autenticidad, es el reflejo de la humillación, la impotencia y la vulnerabilidad e indefensión del ser humano ante una situación como ésa. Nadie lo merece.

Ahí está. Es una victima no un pretendido héroe. Hay miles en el país a diario y para ellos no hay atenciones y menos tan desmedidas como el caso en cuestión. El efecto puede ser contrario al buscado. Discursos apologéticos y eufemísticos de sus actuaciones como legislador o litigante han sido expresados por personajes locales como el diputado panista Jesús Martínez en su columna del pasado miércoles en La Jornada Aguascalientes.

Solo como una muestra, escribe el diputado local: “sin duda otra de sus características sobresalientes es la audacia con la que se maneja ante los tribunales y demás recintos que albergan a la justicia en el país, ya que Diego junto con su grupo de abogados son reconocidos en el ámbito legal, por sus triunfos en litigios, lo que habla de un amplio conocimiento y dominio de las leyes”.

Litigar contra el estado como los conocidos casos de Jugos del Valle y el de los terrenos de la familia Ramos, siendo legislador, se llama tráfico de influencias. Fue cuestionado su actuar y se provocó, desde el interior de su partido que se intentara legislar para evitar este tipo de actuaciones a todas luces inmorales. Se demandó ante el senado juicio político para el jefe, pero su “amplio conocimiento y dominio de las leyes” (Jesús Martínez dixit) logró eludir la acción de la justicia. Multimillonarios fueron sus honorarios a costa del erario.

Con la “audacia” que tipifica el diputado a su jefe, volvió a repetir la faena recientemente, ahora peleando una segunda indemnización por la expropiación de unos terrenos donde se construyó un puerto en la costa Tamaulipeca. La única diferencia es que en estos momentos no es legislador, pero el camino del tráfico de influencias lo vuelve a recorrer. Bastante sospechosa es la aceptación parroquial del caso “perdido” ante Banamex de multimillonaria demanda de una inversionista.

Los héroes no se dan en maceta ni se construyen coyunturalmente a base de su desgracia personal. Póngase en la balanza, sin apasionamientos de ninguna especie, sus contribuciones al país, por un lado y por el otro sus agravios al mismo y las consecuencias pasadas, presentes y futuras de ambas acciones.

La historia no se podrá cambiar construyendo héroes de chocolate.