lunes, 3 de mayo de 2010

Edicion 75

Hacer buenas leyes para evitar injusticias

Para: Jacinta, Alberta y teresa,

en espera de que se les haga justicia

No basta la liberación para afirmar que se hizo justicia en el caso de Jacinta Francisco Marcial, primero y de Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio la semana pasada; indígenas ñañús del estado de Querétaro que, como sabemos, fueron acusadas de “secuestrar” a seis elementos de la hoy desaparecida AFI y un mezquino y cobarde juez que las sentenció a 21 años de prisión en base solo a los testimonios de los agentes, igualmente mezquinos y cobardes.

Estuvieron presas cuatro años, suficientes para deshacer sus vidas. En adelante nada les será igual que antes de ésta amarga experiencia con la justicia a la mexicana. La PGR no ha tenido ni siquiera la voluntad de reconocer su lamentable error y, por supuesto, no tienen la hombrada de pedir perdón, vamos, ni el consabido “usted disculpe”.

Quedó claro que no se les perdonó nada dado que no cometieron delito alguno, según el fallo de la Suprema Corte de Justicia, erigida en tribunal de apelación y que reconoce, unánimemente, su inocencia y la injusticia cometida por un juez federal; fueron exoneradas y liberadas de inmediato.

Se apreciará que se hizo justicia plena cuando les reparen el daño, que un juez determinará en que consiste y cuando el juez que las sentenció sea cesado fulminante e ignominiosamente y juzgado al igual que a los “valientes” agentes, al parecer uno de ellos falleció en un operativo (¿justicia Divina?); en ese momento, se pensará que se hizo justicia, aunque difícilmente se recuperará la confianza en los impartidores y en las leyes.

El caso es mas que emblemático. Hay miles de casos de victimas inocentes y que pueblan las cárceles del país, por una aplicación torcida de la ley dadas las interpretaciones que, a conveniencia, dan a la misma. Es de temer que sea el estado quien acuse a un ciudadano cuando los motivos son ajenos a la comisión de un delito porque ya se prefigura la injusticia. La lentitud en la impartición de justicia es otro de los mecanismos de desgaste utilizados por el estado: pasaron cuatro años y una fuerte presión de organizaciones defensoras de los derechos humanos para que se revisara el caso de las indígenas.

Se ha logrado la liberación de Jacinta, Alberta y Teresa, pero falta que se haga justicia. Hay muchos casos en que la Suprema Corte de Justicia debería erigirse en tribunal de apelación; un caso concreto: Ignacio del Valle.

La aplicación de la justicia, pronta y expedita descansa fundamentalmente en las leyes; las leyes las hacen los cuerpos colegiados llamados congresos integrados por los llamados diputados y senadores; los diputados y senadores lo son por la voluntad de los llamados electores que votan por ellos; pues es entonces en los electores en donde descansa una buena parte de la responsabilidad de contar con los ordenamientos, reglamentos y leyes que deseamos para una buena convivencia social.

Parecería un intento simple de deducción de carácter sofista, pero no es mi intención. Lo que cabe destacar es la importancia que tiene el saber seleccionar a quienes tendrán el encargo de hacer leyes que generen el marco normativo que requerimos para una sana convivencia social. Debemos poner un hasta aquí a individuos incapaces de articular una frase coherente o que crean que con propuestas estúpidas justifican su salario como el imbécil diputado federal cuya mejor intervención en tribuna ha sido proponer que los chiles en nogada sean considerados platillo del bicentenario.

Poco o nada ayudan los partidos políticos en la decisión. Solo basta ver las listas de los candidatos que han registrado ante el Instituto electoral de Aguascalientes, IEEA. Algunos de ellos acaban de terminar, hace escasamente un año como diputados federales y ya quieren ser diputados locales aun cuando ya habían fungido como tales. Su desempeño como legisladores fué deplorable y pasaron desapercibidos tanto en la cámara como ante sus representados. Ahora se inscriben bajo la formula de la representación proporcional o plurinominal por el temor de enfrentar al electorado y recibir reclamos de su pobre actuar.

Una vez que se publiquen los nombres de quienes resulten formalmente registrados por la autoridad electoral, debemos hacer, como ciudadanos, un escrutinio de su quehacer publico; debemos parar a los semi analfabetas que se perfilan como representantes en el congreso local. No debemos renunciar franciscanamente al derecho que tenemos de exigir a tener gente comprometida con la sociedad. No perdamos nuestra capacidad para cuestionar las promesas de campaña facilonas e inviables. Tengamos en mente que mientras más preparados sean los legisladores, mejores leyes tendremos.

No nos traicionemos a nosotros mismos como acostumbran traicionarse al interior de los partidos; tengamos presente como nunca, que serán nuestros empleados durante tres años (si no dan el chapulinazo para las federales del 2012). No es tiempo de resignaciones.

Despido ésta colaboración de hoy enviando un abrazo fraterno y solidario a mi amigo el Dr. Juan José Martínez Guerra, universitario por los cuatro costados, académico brillante, quien se encuentra convaleciente de senda operación, esperando que pronto reanudemos nuestros debates sobre el futuro de los libros, sobre la música y el cine o sobre como hacen el amor las lombrices; ya diste el primer paso a la recuperación ¡¡ánimo JuanJo!!