martes, 14 de septiembre de 2010

Edicion 94

Mezquinos y pecadores

Promocional numero uno.-Celebre usted y los suyos, las fiestas de independencia, disfrutando una suculenta big mac con los sabores del bicentenario y en la compra de dos paquetes, le regalamos un bellísimo sticker con los colores patrios para darle realce a la fazia de su automóvil. Recuerde, si Hidalgo y Morelos vivieran, en McDonald’s comieran.

Promocional numero dos.- No deje ir la oportunidad de celebrar el bicentenario en su casa nueva. A precios de la época colonial, con enganche mínimo y plazos hasta doscientos años para pagar, adquiera su residencia en Miradores de la Independencia, a unos pasos del, próximo a construirse, puente de Calderón.

Promocional numero tres.-A las primeras cien personas que se presenten en nuestra estación de radio, que cumplan doscientos años el 15 de septiembre, se harán acreedoras a una playera del Manchester United firmada por el chicharito Hernández; inútil presentarse sin su acta de nacimiento original.

Promocional numero cuatro.- Venga a dar el grito con nosotros a Las Vegas, gozando del magnifico espectáculo que con motivo de la independencia ofrecerá El Potrillo; por tan solo tres mil dólares, casi todo incluido; exija en la contratación su banderita de México. Aplican restricciones.

Realmente ridículo ¿verdad? Pues a un grado menos que ridiculez parecen las celebraciones oficiales por el bicentenario de la llamada e incomprendida independencia; cualquier acto, por cotidiano que sea, le han endilgado la palabra mágica “bicentenario”. Hasta el mediocre torneo de futbol lleva tal descripción, convertida en adverbio. Eventos cargados de frivolidad y por demás fatuos con un costo altísimo, hasta llegar a los tres mil millones de pesos, son la materialización de una interpretación cursi de la historia.

Nada escapa a la fingida euforia por una celebración, o mas bien una conmemoración, de un hecho al que han degradado su trascendencia. A base de publicidad contratada a especialistas extranjeros en la materia, en todos los medios posibles; revistas, periódicos, electrónicos, libros enviados a domicilio han tapizado el país. Declaraciones patrioteras forman parte de la campaña por parte de sujetos que destilan falsedad en su pretendido amor a la patria.

A escaso cuarto de siglo de la consumación de la independencia, México fue objeto de la mas ignominiosa mutilación de la mitad de su territorio, el mismo año en que tropas invasoras se metieron hasta la cocina y que jamás han salido del territorio continuando con la expoliación que se inició desde la llegada de los conquistadores y a la que no se le ve fin. Las riquezas de nuestro país han significado nuestra propia desgracia. Nuestra riqueza es ocasión de nuestra miseria.

Las celebraciones han pretendido poner un velo oscuro a la realidad que nos aqueja y al fracaso de gobiernos ineptos y apátridas, corrompidos hasta la medula desde tiempos inmemoriales, amen de una sociedad a la que han empujado al barranco de la abyección.

Después de transcurridos doscientos años, ¿de quien o de que somos independientes? Los recursos naturales y franjas enormes del territorio nacional han sido y son explotados por extranjeros como es el caso de la minería y las playas del país; la banca ha pasado a manos de quienes nos independizamos casi en su totalidad, como es el caso de los bancos más importantes de “la madre patria” y nuestros vecinos del norte. Los enormes recursos financieros obtenidos aquí, han servido para apuntalar su solidez allá, en su país de origen, donde no les es permitido operar como lo hacen en nuestro país.

Es difícil concebir independencia cuando hemos perdido soberanía alimentaria y tenemos que importar granos, aunque sean transgénicos, que en los países de origen no son permitidos para el consumo humano. Es también difícil concebir independencia cuando hemos transitado a la dependencia energética con gasolinas importadas desde la India hasta el cuarenta por ciento de la necesidad nacional, mientras la refinería “del bicentenario” ni siquiera tiene los planos terminados.

Mas difícil de concebir independencia cuando hemos hecho del país un paraíso de importaciones piratas hasta de banderas nacionales e imágenes de la virgen de Guadalupe fabricadas en China, Taiwán, Malasia, Corea del Sur o artículos electrónicos de India, de la mas baja calidad posible, destrozando a la industria nacional, olvidada en su fallido fomento y bajo el estigma de una globalización económica.

Uno de los principios básicos de la independencia es la libertad. No puedo celebrar el ser un país libre cuando transitamos por sus carreteras con temores fundados de asalto; tememos encontrarnos con bandas criminales o con el ejercito. Sabemos a donde nos dirigimos pero no sabemos si llegaremos. Lo mismo sucede en las ciudades: nos movilizamos con incertidumbre por las calles sin tener la certeza de seguridad, ahora con el temor agregado de no ser victimas de “daños colaterales”.

La lista es larga en cuanto a motivos que nos hacen difícil celebrar una independencia que no tenemos; sumemos el secuestro de que somos objeto como sociedad por parte de los políticos profesionales a los que se ha adherido últimamente un sector importante de la jerarquía católica, que ahora pone a prueba a las instituciones de gobierno con sus declaraciones retadoras y queriendo que olvidemos la historia; ahora quieren vender la idea de solidaridad independentista declarando que Morelos e Hidalgo nunca fueron excomulgados; ¡¡cinismo con agua bendita!!

El atildado y relamido metrosexual secretario de educación pública, Alonso Lujambio, encargado de los festejos del bicentenario y centenario, recula en su declaración original de respetar a quien no deseara festejar los eventos y arremete luego contra ellos tipificándolos de mezquinos. Por su parte la desbocada jerarquía de la iglesia católica a través de su inefable vocero, declara que quien no festeje la gesta de independencia, comete pecado de omisión. De ése tamaño se las gastan.

Me sumo a los muchos que no celebrarán por los mismos y muchos más motivos expuestos y nos declaramos listos para formar el PMP, partido de los mezquinos y pecadores. Se aceptan adhesiones.