jueves, 8 de octubre de 2009

Edicion 45

Dineros públicos en (pre) campañas

No es difícil imaginar en que piensan, si es que se dan algún tiempo para ese ejercicio o más bien, si es que tienen esa facultad, algunos políticos. Basta escucharlos en los programas radiofónicos o televisivos a los que asisten, o leer en la prensa nacional y local sus declaraciones. No importa el tema que aborden. Creen saber de todo y de todo declaran. Es vital para ellos que los medios se ocupen de sus personas bajo el prurito de que es preferible que hablen de ellos aunque sea mal, pero que no los ignoren.

Van a todas. Dictan conferencias magistrales en universidades patito. Se hacen simpáticos frente a sus auditorios para que los reconozcan como uno más de la comunidad. A los empresarios los tranquilizan con sus teorías económicas y sociales y a los estudiantes les abren el mundo y lo ponen a sus pies. Sus vivencias personales son ejemplo a seguir por la sociedad en su conjunto puesto que son modelo de éxito y superación.

Tienen afanes redentoristas y se erigen en guías y en la luz al final del camino tormentoso por el cual transitamos. Sueltan, a la menor provocación, frases que han de convertirse en cabeza de los diarios. Con su presencia y sus disertaciones queda redefinido el quehacer político: hasta que ellos llegaron, cobró sentido el gobierno.

Convocan puntualmente cada semana a conferencia de prensa para que los boletines las adjetiven como “ tradicional “ y los medios reproduzcan, todos, sin cuestionar una coma. Reconocen como ratoncitos Skinnerianos, condicionados por los estímulos, el efecto tremendista de sus declaraciones. Fijan posiciones y se autoafirman en el cargo que ostentan.

Con una exposición permanente en los medios, ya sea como políticos o socialités, acarrean tras ellos una cauda de fotógrafos y camarógrafos que llevarán registro gráfico puntual del evento en que se encuentren, buscando el mejor ángulo y la sonrisa mas sincera. Están más que prestos a dirimir diferencias por la vía mediática no importa si son de su mismo partido.

Y así, los días transcurren y la película es la misma aunque hay una que otra variación sobre el mismo tema. Ahora tienen algunos ingredientes adicionales a lo tradicional de donde asisrse para mantenerse en el imaginario colectivo; la crisis (que llegó de fuera, faltaba más), la guerra al narcotráfico (que se va ganando aunque no parezca) y la mejor joya discursiva del momento: el combate a la pobreza, que se abatirá con nuevas cargas impositivas.

No solo construyen puentes y pasos a desnivel sino su carrera política y candidaturas a cargos superiores, abandonando el actual, en uno de los casos y otro más su salida con caminos pavimentados mejores que un libramiento o una pista de carreras.

Mantener esa presencia cuesta dinero y mucho. Dinero que no sale de sus bolsillos (los de ellos), pero si de los nuestros. En primera instancia, no son ellos quienes construyen su futuro sino los causantes con su aportación impositiva. Ha sido imposible cuantificar con precisión el gasto en comunicación que ejercen los gobiernos estatal y municipal a través de sus propias oficinas y del resto de las dependencias de cada uno de ellos. Lo que si se puede evidenciar es que , con todo y crisis (que por supuesto, vino de fuera) no hay recato ni medida en su erogación. Todo del erario.

Como ratas que salen de las alcantarillas, habrá funcionarios menores que , emulando a sus patrones, empezarán a aparecer en los medios con declaraciones estridentes para colocarse en el ánimo colectivo y luego las bases de sus partidos y la ciudadanía les ruegue que sean candidatos a diputados o presidentes municipales. Por supuesto, también el costo lo absorberá el erario.

Para rematar, se mandan hacer sondeos de opinión o encuestas o como quiera que se le llame, para medir el nivel de aceptación que se tiene en la población. Inventadas o no, encargadas o con personal de las dependencias oficiales, también se pagan con recursos públicos. Si les favorece, entonces habrá que publicarlo con su consecuente costo agregado y por supuesto el consabido boletín o conferencia de prensa.

Esa es la clase política que tenemos, ¿Es la que queremos?. Rotundamente NO. Para nuestra desgracia es la que tenemos. Todavía estamos a tiempo de escoger la que queremos.

Seamos vigilantes estrechos de su quehacer y evaluemos sus conductas. Sepamos diferenciar la intención y la función ; una es personal y la otra es, por mandato, obligatoria en su cumplimiento. Estemos atentos al papel que desempeñarán los representantes en la cámaras frente al paquete económico; ellos ya conocen la postura de la población, su representada, para que direccionen su voto en su beneficio (el de la población no el de ellos). Si acceden a votar por las soluciones “dolorosas pero necesarias” encarémoslos y cobrémonos. La oportunidad es nuestra para el 2010.

¿Verdad que no es tan difícil imaginar que piensan, si es que se dan algún tiempo para ése ejercicio o mas bien, si es que tienen esa facultad, algunos políticos?

Al cierre: Envío a la Diputada Nora Ruvalcaba Gámez un abrazo fraterno con motivo del fallecimiento de su señora madre. Su entereza la conducirá a una pronta resignación.