miércoles, 27 de octubre de 2010

Edicion 100

A propósito de centenarios

Cien, parece ser un número que, solo al enunciarlo, encierra desde misterio, certeza, perfección, meta u objetivo intermedio, inicio y fin, prueba, referente, algo mágico; tanto en lo público como en lo privado, personajes y seres comunes utilizan el 100 con bastante frecuencia para marcar un evento o fecha o marca. Simplemente recordemos que se ha dado por llamar al hombre más rápido del mundo a quien recorra los cien metros en el menor tiempo posible, partiendo de cero; esa es la medida, aunque desconozco si desde los griegos la tenían establecida o es producto de la nueva era de los juegos olímpicos.

Cien días es el plazo que se fijan quienes toman posesión de un cargo de elección popular y a partir de ése momento contabilizan y anuncian obras e inversiones innumerables que marcarán el estilo de gobierno, siempre activo y pendiente de las necesidades más apremiantes de la población; no importa que los 1,095 ó 2,090 días restantes de gobierno, según sea el caso municipal o estatal, se la pasen nadando de a muertito con eventos cargados de frivolidades, inversiones inclinadas a favorecer a sus cercanos y llenando paginas y espacios mediáticos electrónicos con intrascendencias y puerilidades que ni a ellos les ha de importar.

Cien acciones en cien días rezaba la publicidad al inicio de la presente gestión de gobierno municipal de la capital; se convocaba a los medios para dar testimonio de cada una de dichas acciones, por mas ridículas que ellas parecieran, aunque nunca mas se diera seguimiento a ninguna de ellas; recordemos la pomposa inauguración de un sistema automatizado de control en el estacionamiento del centro comercial El Parián que, ya había sido implementado en la gestión anterior y como entonces, nunca funcionó más de diez días y es fecha que no funciona. Los cientos de miles gastados, (para seguir con el cien) se fueron al caño y no ha habido quien responda por la fallida acción.

Como no recordar aquella ominosa afrenta a la pobreza cuando el nefasto y de tristísima memoria, líder de la CTM, Fidel Velázquez, fue obsequiado con cien centenarios cuando cumplió un centenario de vida. La magnífica idea se le atribuyó a su lacayo, “la güera” Rodríguez Alcaine, igual de nefasto que el homenajeado.

Es de esperarse que los nuevos gobernantes que tomarán posesión inminentemente, se resistan a tal práctica mediática, aunque parece que ellos han comenzado, como si estuvieran en funciones, desde cien días antes.

Estamos en plena celebración por el cercano día en que inició el movimiento revolucionario en nuestro país, hace justos cien años. La Enciclopedia Hispánica, en su parte resumida del movimiento nos dice (la cita es textual): “entre 1910 y 1920 México fue sacudido por una serie de luchas y revueltas conocidas como revolución mexicana, que intentaron transformar el sistema político y social creado por Porfirio Díaz. La revolución mexicana, que contribuyo a formar el México contemporáneo, no tuvo un carácter homogéneo, sino que consistió en una serie de revoluciones y conflictos internos, protagonizados por los distintos jefes políticos y militares que se fueron sucediendo en el gobierno de la nación”.

Más adelante, en el mismo texto se cita: “La revolución mexicana, nació en un panorama de insatisfacción contra la política elitista y oligárquica de Porfirio Díaz, que había favorecido a los estamentos más privilegiados, sobre todo a los terratenientes y a los grandes capitalistas industriales”. El único nombre que se menciona en los párrafos precedentes es el de Porfirio Díaz ( no he manipulado el texto, simplemente lo he seleccionado, respetando el original y sin descontextualizarlo) y brota de inmediato una pregunta que cualquier lector se puede hacer: ¿cambia en algún sentido el análisis histórico si se sustituye el nombre de Díaz por el del ocupante de los pinos, sea cual fuere su nombre? El cargo de dictador cuatrianual, primero y sexenal ahora, no ha variado en lo mínimo; se mantienen las condiciones de desigualdad social o quizá son más profundas en la víspera del centenario.

Al igual que el bicentenario de la independencia, poco habrá que festejar en el centenario de la revolución; lo único que, según la revista HOLA!, la revista de sociales rosa que exhibe sin pudor a los políticos y artistas como si fueran la nobleza totonaca, pero que son los dueños incuestionables del país, repito, lo único que revolucionó a México, fue la esperada boda del siglo (siguen los cientos) del soltero más codiciado, el hijo de Carlos Slim con una heredera imperial de apellido Torruco, con antecesores de dilatada trayectoria política. La crónica de las revistas especializadas, serían la envidia del mismo Porfirio Díaz.

Solo para el remate, ¿sabía usted, aparte de los prominentes políticos que asistieron a la fiesta ofrecida, a quien se encargó el resguardo y la seguridad de las instalaciones y personas? Por si no lo adivinó: el ejército, fuerzas federales y policía del D.F.

Seguimos con centenarias apreciaciones. Cien participaciones en la sección de opinión de La jornada Aguascalientes desde detrás del mostrador se cumplen el día de hoy; ininterrumpidamente, lunes tras lunes, desde un no tan lejano uno de diciembre de 2008, ha aparecido esta columna. Me parece que es tiempo de reflexión sobre el análisis profundo y sereno de arar en el mar.

Es tiempo de repliegue para buscar espacios de expresión y acción acordes con los principios que decimos enarbolar. A lo mejor nos encontraremos, Usted y Yo dentro de …….le parece bien, cien años?